Los dineros de la educación

El pasado viernes la Birmingham School’s Symphony Orchestra ofreció un magnífico concierto en el auditorio del Conservatorio Profesional de Música «Tomás Luis de Victoria» de Ávila interpretando, ante un entusiasta público de todas las edades, y con la complicidad de la orquesta del centro anfitrión, música de Humperdink, Weber y Rachmaninoff. Ochenta y cuatro músicos de entre 14 y 18 años que, de gira por España, recalaron en nuestra ciudad gracias a los contactos que el conservatorio de la capital mantiene con diferentes entidades e instituciones internacionales. En el programa de mano que se entregó al público los responsables de la orquesta explicaban que este tipo de giras buscan proporcionar la experiencia musical más auténtica para los más de 35.000 niños de unas 400 escuelas musicales de Birmingham, integrados en 70 conjuntos musicales, que abarca este proyecto orquestal. Y daban como muestra de las dimensiones del mismo –sin rubor, porque hablar de dinero, depende en qué casos, no es descortesía, sino más bien honroso argumento– la cifra de 90.000 euros en concepto de costes de su actual gira internacional.

Ante estas cifras uno no puede por menos que sentir esa misma admiración –o envidia sana, para qué nos vamos a engañar– que despierta el conmovedor fraseo de un buen cantante o la acertada interpretación de un gran artista. Generosa inversión la que se viene realizando en este campo desde las instituciones públicas y privadas del ámbito británico, que nace de una demanda popular y de un movimiento sociocultural plenamente asentado en las escuelas y centros de enseñanza, no sólo musical, de aquel país. Es el fruto de políticas generacionales, culturales pero sobre todo educativas, que fijan sus objetivos en un horizonte superior a los cuatro años de una legislatura. Ejemplos similares los encontramos en otros países de centroeuropa –la educación musical en Hungría constituye un caso paradigmático–, y sobre todo en países nórdicos o escandinavos, donde el oficio del maestro, especialmente en los primeros niveles de la enseñanza, es uno de los mejor valorados, socialmente más reconocidos y mejor remunerados.

Mientras tanto por estos lares seguimos dando vueltas al modelo educativo con la misma capacidad de entendimiento que para alcanzar un acuerdo para la formación de un gobierno estable. De hecho, lo primero que han hecho los recién llegados esta misma semana ha sido proponer le derogación de la enésima ley educativa de la democracia. Los mismos modos envueltos tan solo en nuevos argumentos. ¿Para cuando el consenso político en este país parirá una ley educativa estable, al menos a una generación vista, para que podamos siquiera analizar la validez de la anterior? Quizás algún día llegue el momento en el que nuestros legisladores se den cuenta de una vez que cada euro invertido en educación serán varios cientos ahorrados en fraude fiscal, seguridad o justicia en el futuro.

[Publicado en el Diario de Ávila el 10 de Abril de 2016.]

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