A vueltas con Victoria

Me van ustedes a perdonar, pero me veo en la obligación de retomar el asunto de la figura de Tomás Luis de Victoria – que no de Vitoria, como volví a leer ayer por ahí, sino abulensis -. Primero porque prefiero ser tildado de pesado que de irresponsable, y después porque pocas cosas más útiles se me ocurren para aportar a esta columna que reivindicarlo incansablemente una vez más para una ciudad tan necesitada de estímulos económicos. Y no crean que se trata de un tema baladí de afinidad profesional hacia un colega – más quisiera yo considerarme como tal -, sino más bien de un asunto de enorme trascendencia cultural, social y económica. De puro negocio, vamos, para el que aún no lea entre líneas.

Porque a pesar de los esfuerzos que otros muchos hicieron antes – ahí están las hemerotecas – y algunos hacemos ahora por poner en valor la figura y la obra de Victoria desde su ciudad natal, la empresa recoge solo una mínima parte de los frutos que podría ofrecer. Permítaseme una comparación, de esas que siempre son odiosas. En 2014 se cumplirá el cuarto centenario del fallecimiento del Greco. Tal efemérides ha merecido en Toledo, como no puede ser de otro modo, toda una sucesión de movimientos institucionales al más alto nivel que harán de la ciudad una de las capitales culturales del país durante el año que viene. De ello dio buena cuenta ampliamente este mismo rotativo hace pocos días. La programación oficial es ingente, patrocinada por algunas de las más importantes corporaciones privadas del país, y bajo los auspicios de una fundación constituída por la totalidad de entidades públicas implicadas, desde la Casa Real, pasando por varios ministerios, diversos gobiernos regionales y locales, las principales academias del país, e incluso con participación de dos importantes museos estadounidenses. El hecho es que la ciudad, casi con total seguridad, rentabilizará sobradamente, en muchos sentidos, la inversión realizada. ¿Reconocimiento histórico o negocio? Cada cual que lo vea como quiera, pero la cosa pinta bien para la capital manchega.

La misma efemérides pasó de puntillas en esta ciudad hace un par de años con respecto a Victoria quien, por si alguien aún no lo sabe, es el compositor español más interpretado de la historia en todo el mundo. De entonces sí sabemos que no existió comisión alguna, y que los fastos de la celebración se redujeron a algún que otro concierto, un simposio y poco más. Bien es cierto que fue entonces cuando se puso en marcha el Centro de Estudios Tomás Luis de Victoria, que seguirá siendo virtual hasta que alguien decida dotar de contenido uno de nuestros vacíos inmuebles históricos. O el propio Festival de Música Abvlensis, gracias en gran medida – justo es reconocerlo porque no todos los políticos son iguales, aunque eso da para otro artículo- a la teniente de alcalde de cultura, que apostó por el proyecto sustancialmente en tiempos difíciles, y al apoyo de la Consejería de Cultura de la Junta de Castilla y León. Pero no es suficiente, dada la trascendencia del tema del que se trata, y que por su potencial demanda inversiones mucho más amplias y desde sectores mucho más diversos para poder perdurar en el tiempo.

En el siglo XVI la ciudad de Ávila vivió su momento de mayor esplendor arquitectónico, artístico e incluso social. Nuestros referentes culturales y turísticos – si es que ambos pueden disociarse en una ciudad como esta – son precisamente los de esa época, y se han demostrado sobradamente rentables, en todos los sentidos. Contamos con una figura musical de primera fila mundial, cuya obra es también, como los templos y los textos, un valiosísimo aval cultural ligado a una ciudad Patrimonio de la Humanidad. ¿A qué esperamos?, ¿para cuando la Fundación Tomás Luis de Victoria?

Quien tenga oídos que oiga.

[Publicado en el Diario de Ávila el 15 de Diciembre de 2013.]

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